Corrigeme si me equivoco por Berto Romero 26/01/09

Quiero que
me la arreglen

Cuando compré mi licuadora,
en el año 2003, tuve que soportar
muchos comentarios
de este tipo: “La vas a usar
dos días y luego la pondrás a
criar polvo en una estantería”.
Entonces no lo sabía, pero me he dado
cuenta de que las licuadoras suelen
soportar este estigma. Son consideradas
electrodomésticos superfluos, objetos
caprichosos.
Quizá espoleado por ello, o quizá porque
soy hombre de licuadora, la he usado
con relativa periodicidad durante todos
estos años. Y mi licuadora ha funcionado
bien. Ha respondido de una forma
inusual para ser un electrodoméstico
moderno.
Cuando yo era un chaval los electrodomésticos
y los objetos en general, fueran
caprichosos o no, solían llevarse a
reparar cuando se estropeaban. Progresivamente,
fueron sustituidos por una
nueva generación de objetos, esta vez
con fecha de caducidad. Provistos de
una suerte de temporizador interno que
no les dejaba funcionar más allá de los
cinco años, como máximo.
Así las cosas, los técnicos en reparaciones
fueron sustituidos por vendedores
armados con la frase “le va a salir a
usted más a cuenta comprarse uno nuevo”.
Y lo mismo ocurrió con los empleos,
las relaciones afectivas y, en general, con
todo.
Hoy por la mañana he ido a hacerme
un zumo y mi licuadora se ha atascado.
Y resulta que se me ha metido en
la cabeza que no quiero comprarme una
nueva. Sé que no hago ningún bien a la
crisis económica, porque se supone, ya
lo habrás oído, que es responsabilidad
mía como consumidor por dejar de comprar.
Pero es que esta vez quiero que me
la arreglen.

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no seas muy cruel conmigo, jajaja